Llegó al santuario junto a Lola, en pésimas condiciones, procedentes de una nave abandonada, plagada de suciedad y basura.

Crhistian tenía la cresta con muchísimas heridas, necrosada, de picotazos de otros gallos. Cuidamos de él durante dos semanas, haciendo curas y desparasitando, y logró recuperarse y coger fuerzas para empezar su nueva vida.

En cuanto vio a las demás aves saltó la valla de su parque para reunirse con ellas, y ahora es uno más del grupo y disfruta del santuario con su nueva familia.

CHRISTIAN